Nadie parece tomar dimensión del alcance a escala mundial del flagelo de la violencia. Los gobiernos parecen enajenados acerca de un tema tan sensible y coyuntural, de fondo y de formas como lo es la escalada de la violencia e inseguridad. La falta de garantías de los derechos civiles e integridad en la administración de justicia, hacen que los ciudadanos se sientan más vulnerados, atropellados y cercenados día tras día.
El ciudadano común no encuentra garantías. Los comprometidos discursos de campañas, desaparecen junto con todas las prometedoras ideas de legítimos cambios, una vez conseguidos los beneficios de puestos seguros para ellos y sus aliados. La corrupción, la codicia, las mentiras, los dobles discursos sólo engendran más violencia tras las manipulaciones de dirigentes inescrupulosos en incontables manejos hasta normalizados, subestimando toda capacidad y derechos adquiridos.
Muchas personas son víctimas a diario de los prejuicios, las burlas, los insultos, las amenazas y el vandalismo. Es una constante en las redes sociales, las noticias de delitos provocados por el odio. Estas víctimas del odio, suelen vengarse, y así alimentan un interminable “ciclo del odio”.
Tanto que a veces odian a alguien sin siquiera conocerlo, pero además cuando muchos comienzan a pensar así, el efecto es multiplicador y hace que se propague rápidamente. Hasta que un punto distorsionado de alguien, desencadena potenciales reacciones de desbordes y falta de contención. Ni siquiera parece posible la iniciativa de diálogo, no es ni remotamente engendrada la idea hacia un pensar diferente. No parece de conveniencia para muchos sectores, especialmente los de poder. Donde el que todos se traicionen y se odien entre sí, parece hacer sobresalir luego un discurso consolador, mágico y reparador. Toda vez que ahondan la brecha con descarnado desconsuelo y aviva porque es necesario el caos a gran escala para el beneficio de unos pocos.
Cuando entendemos lo rápido que se extiende el odio, comprendemos por qué lo sienten tantas personas. Así, cuando muchos empiezan a pensar igual, el odio se propaga rápidamente. Por ejemplo las falsas noticias generan odios irreales, que parecen verdades. Este efecto potenciado junto a pensamientos mezquinos y vanas promesas eje de administraciones corruptas, suele insertarse hasta como un modelos a seguir. No permitiendo llegar a la raíz de este flagelo, para romper con firmeza con el ciclo del odio.
Es preciso que tengamos en cuenta la oportunidad de considerarnos unos a otros para incitarnos al amor en el modo decoroso, empático, altruista. A las buenas costumbres que a fin de darnos por completo como personas de bien y sin reservas, permita la reconstrucción de verdaderos principios de humanidad, favorezca la socialización frente a nuestros congéneres, y como tales invitarnos también a ser responsables por la preservación de nuestro mundo en la edificación permanente de verdaderos espacios de valor y de vida que nos representen.
Lila@Aguilera