Murga… pasión en la sangre

Una murga, básica y simplemente, es un grupo de artistas o músicos callejeros. Pero detrás de esta acotada definición existe una cultura y una manera de vivir que estimula a sentirse “murguero” aunque sea por un ratito.

En esta entrevista, NATALIA RIVAS nos ayuda a entender esta movida cultural que viene gestándose desde hace años. Ella es psicóloga e integra la Red de Jóvenes de Mendoza, además trabaja con la “Baturga Percusión” desde mediados del 2002 en el centro cultural Urga del barrio Belgrano de Las Heras. “A mi me gustaría que la gente pudiera ver a los murgueros de otra manera, que pudiera escuchar murga, percusión y sentir esa cosita en el pecho que podemos disfrutar nosotros”.

Historia de la murga como movimiento popular

Como movimiento la murga se remota a muchos años y siempre ha sido de las clases populares porque denuncia, se queja, la murga dice, no sólo hace ruido. Cuando ésta se posicionaliza empieza a tener más sentido, empieza a jugarse y a decir cosas que le pasa y éstas son las del día a día, y las expresan a través del teatro. Por ejemplo la primera función de “Los Gloriosos Intocables” fue “Portación de rostro” que hablaba de los chicos que se los lleva la policía por solo ser “morocho”, nos cuenta Natalia.

G.M ¿De qué se tratan las canciones murgueras? ¿Qué dicen?

Las canciones murgueras denuncian los manejos políticos, lo que sufre la gente pero también las ganas de cambiar. La murga ha hecho sus revoluciones. Uruguay tiene 100 años de murga que hace teatro, que canta y toca pero con espectáculos teatrales que se basan fundamentalmente en la denuncia social. Ha apoyado en estos años a todo el movimiento de izquierda habiendo ganado recién ahora en ese país (sin entrar en la discusión del gobierno en sí). Después de ver una murga uruguaya nadie se va a ver Tinelli a la casa, te quedas pensando. Esta murga es más profesional porque son profesionales los chicos, les pagan por hacer eso. Tienen un gran teatro de verano en la que hay función todas las noches y se transmite por televisión.

G.M ¿Y acá, en Argentina como ha sido la evolución?

La murga porteña nace en los conventillos con la fuerza negra, nace con la fuerza india y se fusiona todo en los carnavales porteños de principios de siglo denunciando y cantando.

La levita murguera, brillante, nace en 1890 aproximadamente. Igualmente en la época de Rosas en los carnavales, los negros se ponían los trajes de sus amos dados vuelta, se pintaban la cara de blanco y se burlaban de ellos y así… nace la levita del murguero.

Los ritmos murgueros son afrolatinos y es una fusión de la cultura negra, siempre oprimida, y su música como forma de manifestarse y de seguir siendo ellos. Éste es el espíritu del tambor, de seguir siendo lo que son en lo más profundo.

G.M ¿Cuáles son las características de la murga en nuestro país?

Principalmente, de contención social. En Mendoza es de barrio, nace en los barrios. Pero en Buenos Aires (principalmente en Villa Fiorito y Barrio Palermo) es otra cosa, allá nace en los clubes. La murga mendocina se parece a la batucada que llega a Mendoza en 1994 con Tierra Seca. Los chicos están muy capacitados en percusión. A partir del auge de las murgas muchos pibes se encontraron y resultaron ser percusionistas increíbles, muchos de ellos están tocando en grupos, han salido muy buenos actores también, a partir de las superaciones.

G.M ¿Cuáles son los instrumentos básicos que se necesitan, los que usan?

Como instrumentos usamos muchos tambores juntos: zurdo, contra zurdo, repique, redoblante, entre otros. En la murga porteña el instrumento más importante es básicamente uno: el bombo platillo.

G.M ¿La incorporación del fuego tiene algo que ver simbólicamente?

Sí claro, a mediados de 1980 aparecen las técnicas circenses (malabares con fuego) con talleres de circo por todos lados. Acá tuvo más fuerza porque fuimos uno de los primeros en incorporar fuego, zancos, swing, malabares con clavas. Mucho de eso se ve en los chicos que se ganan la vida en los semáforos.

También han pasado cosas duras en la historia mendocina de la murga. El accidente de la brujita, de los chicos en el ´99…

También hubo feas cosas que superar. Nos unió mucho el accidente del año 1999 cuando perdimos 3 de los nuestros, nos unió pero esa unión también se disgregó y ahora estamos tratando de que resurja el movimiento murguero. Una de las bandas más divididas con la cual yo trabajé es “Hijos del Sol” (Maipú), muchos de esos chicos hoy hacen semáforos en las esquinas, artesanías, siguen viviendo de eso. Ese grupo se separó, teniendo en cuenta que hubo una muerte de por medio muy difícil de superar, la de su director. Es muy difícil. Sólo estuvieron un año más después del accidente.

Por eso mi trabajo apunta a coordinar grupos para que estas dificultades puedan ser superadas. Soy psicóloga murguera (risas), trabajo en y con murgas y ayudo a que sigan adelante. Hay que comunicarse, hablar de otra manera, debatir.

El primer gran accidente que tuvimos fue el de la brujita, excelente persona. Por ellos el 18 de diciembre es el día provincial del murguero, lo conseguimos con mucho esfuerzo, a través de un proyecto de ley.

G.M ¿Sabés cuántos son hoy los murgueros?

En el 2000 éramos 150 murgas con aproximadamente 2500 murgueros. Los viejos hemos ido creciendo, teniendo familia, algunos nos seguimos dedicando a la murga y otros ya se dedicaron a hacer otras cosas como pasa en la vida cuando uno crece. Pero por suerte, muchos de los chicos que empezaron en la murga promovieron el arte y cada vez mejor,  participan en encuentros, viajan. Hoy uno de los mejores ejemplos son “Los Gloriosos Intocables” chicos del Barrio La Gloria, ellos empezaron, se capacitaron, fueron a Chile, de ahí se los llevaron a Colombia y de Colombia les salió un viaje a Holanda, a dar talleres.

Los mismos que se llevarían por portación de rostro. Estos chicos son mucho, gran parte del nacimiento de las murgas se lo debemos a Los Gloriosos… porque ellos una vez que aprendieron la técnica se fueron a los barrios, a pasarla y empezaron a armarse un montón así. Hoy están también “Los Bufones del Oeste” y “Los Príncipes del Paraguay” de esa época entre otras. Pero así y todo sobrevivimos y resistimos a esto, a lo que nos pasa, a quienes nos aplastan.

Intentamos que este arte popular sea trabajo, no solo una expresión. Esto es trabajo.

Y Natalia parece que no se equivoca. Aunque muchos no lo entiendan, aunque muchos no lo vean así, es un trabajo. Después de escuchar murga, de caminar por las calles de tierra de barrios, generalmente marginales, de ver las caritas de los chicos con la sonrisa a más no poder, sus movimientos, sus danzas, la igualdad que entre ellos comparten… no hay duda, esto se trata de un movimiento popular.

G.M – Con respecto a los prejuicios…

En Mendoza hay gente que tiene muchos prejuicios con esto, obvio. Es gente que prefiere seguir conservando su préstamo, su heladera, sus cositas y que no le hinchen las pelotas y acá otra gente está tratando de cambiar la historia. Los que estamos tratando de cambiarla estamos fortaleciéndonos y los otros que hagan lo que se les de la gana pero que no nos jodan. Nosotros laburamos, no estamos en este momento en casa, cómodos, mirando la tele, estamos acá. Sacándole risas y sonrisas a un montón de niñitos que quizás durante una semana entera no tienen de que reírse, esa es nuestra recompensa. Queremos generar y demostrarle al estado la responsabilidad social que tienen para con nosotros y para con los chicos que laburan día a día en los barrios. Yo puedo hablarte un montón pero todos estos pibes se levantan cotidianamente y trabajan por su barrio, para estar bien y crecer. Tampoco nosotros la tenemos re clara pero tenemos muchos argumentos para mostrarles a los que nos critican que pueden cambiar su forma de pensar. No los juzgo porque como sociedad nos han destruido, el pensamiento crítico está anulado, nos han llenado de espejitos de colores.

Mientras Natalia nos hablaba sonaban murgas de fondo. Estábamos en el Barrio Mauyade, en el oeste de Maipú, en uno de los días del Circo Itinerante que recorre barrios de Mendoza. La helada invernal caía duramente sobre la noche que se mostraba cada vez más inflexible. Nuestros pies estaban helados pero mi corazón se regocijaba escuchando las palabras que salían de su boca… o mejor, de su corazón. Por eso sigo compartiéndolas con ustedes. Ella continuó:

“Nosotros estamos haciendo todos los días la revolución, la revolución cultural. Las armas no funcionaron, las armas mataron y entre esos a los nuestros… si ellos estuvieran hoy seríamos otro país. Hoy creemos en el arte como herramienta de transformación social y de pensamiento crítico y lo que estamos tratando de hacer es generar este arte instrumental desde acá. La mayoría de los chicos trabajan gratis, por amor a esto, al arte (risas). Hoy son 20 acá, mañana serán 20 allá, y más allá, y más, y algún día ¿seremos todos?” (Más risas, casi sonrisas mezcladas con la profunda emoción de sentirnos utópicas pero trabajadoras).

G.M-Intento con esta entrevista que los lectores puedan acercarse a entender qué es la murga, qué es el carnaval como expresión de la clase popular. Tratar de ver desde dónde y para qué hacer murga. No tocan los tambores por tocar sino que tiene todo un sentido ser murguero. Tener  identidad como murguero es muy fuerte porque es tener identidad de transformación de cada uno. Si vos hablás con cualquier murguero cuando descubre la murga, le cambia la vida, sentenció Natalia.

G.M- ¿Cuál es la actitud de cambio? Lo mencionas con una gran profundidad.

La murga es la expresión popular más completa, no sólo es la música, la percusión sino el baile, el malabar, el teatro, el maquillaje, el vestuario, la presentación al público. En la murga se arman vínculos, redes muy fuertes, el tambor entra por la sangre y mueve lo más intenso de cada uno. Es una conexión muy fuerte cuando hablás con un murguero, el grupo en sí hace que los chicos empiecen a participar por ser una actividad grupal, se encuentran con otros, toman decisiones, se ponen de acuerdo, aprenden cosas. La autoestima sube mucho, ser reconocidos por otros, la capacidad de resiliencia, de fortalecernos y salir para adelante. La murga es históricamente una expresión que siempre ha sido autogestionaria, nadie ha venido a poner plata para armar una murga, entonces hay que conseguirse los vestuarios, los instrumentos. Es todo un trabajo que los chicos tienen que ir haciendo para aprender a trabajar en grupo y a autosustentarse, a crecer profesionalmente. Empiezan a buscar capacitación, son del barrio y encuentran el aplauso en la gente, en sus vecinos, la expresión de catarsis, de bailar y tocar a morir, de sacar de adentro esa energía que guardan, de encontrarse en la amistad con sus compañeros y participar de encuentros, hace que ser murguero le cambie la vida; el que se engancha, el que lo siente, empieza a participar y a ser de otra manera, a demostrarse que puede, que siempre puede más.

G.M- ¿Psicológicamente cómo podemos analizar a la murga?

La murga dentro de la psicología promueve factores protectores, todo lo que es la participación, la autoestima, el autoconcepto, las redes sociales con los compañeros. En todas las murgas se incluyen a los padres que acompañan a sus hijos a esta expresión artística. La Murga Urga (que tocó ese día de jóvenes) ha venido acompañada con los papás de los chicos, que se organizan tanto como ellos, los siguen en los espectáculos, ven su proceso, hacen empanadas para vender, un trabajo comunitario muy fuerte. Cuando uno se identifica como murguero no puede dejar de serlo nunca, es una pasión que se lleva en la sangre, se aprende mucho y se ve el mundo desde otro lado, desde la posibilidad de superarse.

Hace falta la voluntad de ser murguero, no es una vocación, creo. Es sacarse el miedo de bailar, de malabarear, de mostrarse, es animarse a serlo. Es un arte que todos podemos llegar a tener adentro. Es un sentir, es un identificarte con esto.

 

Revista La Vena N° 27 – Año 2007 –  Gisela Marsala Cardona: gise_marsala@yahoo.com.ar

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