La nueva situación mundial está generando cambios en todos los planos del ser humano. Uno de ellos es el replanteo sobre cambiar nuestras vidas por hábitos más saludables.
El regreso a la ciudad tras unas vacaciones en el campo se hace muy amargo para muchos. El modelo de desarrollo urbano que nos ha traído hasta aquí está agotado. Todos sabemos que nuestras grandes ciudades están enfermas y que en ellas enfermamos. Pagamos comodidad con salud: accesibilidad con tiempo. Y la mayoría de los ciudadanos que las habitan son plenamente conscientes de ello.
Saben que su aire los envenena, su tránsito los paraliza, su tensión los agota. Pero pese a ello siguen amontonándose en ellas, engañándose con el “aquí tenemos de todo” cuando lo cierto es que en las grandes áreas metropolitanas falta lo esencial, todo eso de lo que han gozado durante las vacaciones en el pueblo: aire limpio, sosiego, naturaleza, sensación de plenitud.
Y si, es cierto que en el pueblo padecen mucha incertidumbre y sufren de abandono, que no es lo mismo vivir todo el año en el campo que acudir a él para pasar las fiestas, que tendemos a idealizar la vida de pueblo, rodeados de naturaleza y disfrutando del descanso.
Es verdad que ese bucólico entorno temporal tiende a tornarse más áspero cuando se hace permanente. Que la vida en el campo es dura, las carencias se tornan con el paso del tiempo en inconvenientes (a veces muy serios) y la calma puede convertirse en tedio.
Pero de lo que no cabe ninguna duda es que hoy en día, ante la acelerada decadencia del modelo urbano, un modelo cada vez más insostenible en todos los aspectos, el mundo rural brinda algunas oportunidades de desarrollo personal que vale la pena prospectar seriamente como alternativa.
No es lo mismo emprender en una tienda de barrio que en un taller de pueblo o en una granja, eso es cierto, pero es que la idea no es solamente arrancar un negocio, sino iniciar una nueva forma de vida en un entorno más sano, sereno y natural. Una opción personal a la que puede animarnos las importantes ayudas que se están ofreciendo para fijar población en el medio rural y dinamizar su economía.
Sostener cuál ha sido el modelo (o los modelos) de desarrollo agrario que ha predominado en la Argentina en los últimos tiempos no es una tarea sencilla.Las políticas de desarrollo rural, han privilegiado a los modos de producción capitalistas en detrimento de los pequeños productores familiares de base campesina, quienes nunca terminaron de ser vistos como un sector productivo central en las dinámicas de desarrollo nacional.
En la actualidad, tiene predicamento y resulta un aporte a este la oficina de agricultura familiarhttps://www.argentina.gob.ar/senasa/programas-sanitarios/agricultura-familiar
La situación actual, puede ser una oportunidad para cambiar por modelos de vida más sustentables.
JOSÉ LUIS GALLEGO ( Adaptación)